viernes, 11 de noviembre de 2011

El 11 del 11 a las 11

El 11 de noviembre del año 1918 a las 11 de la mañana se firmó el armisticio que puso fin a la Primera Guerra Mundial. Todos los años en algunos países se guardan un minuto o dos de silencio a las 11 de la mañana del 11 de noviembre. Desde hace unos días y hasta próximo domingo, en el Reino Unido se puede ver a mucha gente por la calle con una amapola de papel en la solapa.

Me cuentan que lo de ponerse una amapola empezó justo al terminar la I Guerra Mundial. Los muertos y heridos fueron innumerables. Los campos de batalla, principalmente en algunas partes de Bélgica y Francia acabaron trillados y convertidos en barrizales debido a los combates y las trincheras. A pesar de eso (o gracias a eso, también me han dicho), en esos campos brotaron y florecieron miles y miles de amapolas y esto se vio como un símbolo de esperanza: inspiró muchos poemas en la época posterior a la guerra.

Como el estado del bienestar y la seguridad social no existían por aquel entonces, aquellos hombres que regresaban de la guerra a la que les habían enviado para luchar por su país y no tenían medios para subsistir lo tenían muy muy crudo. Vamos que el mismo gobierno que te lanza a la lucha ya se ha olvidado de ti cuando vuelves. En fin, estos hombres y sus familias podían acabar en una situación de pobreza angustiosa. Algunas ya lo estaban: mientras maridos, padres e hijos se jugaban la vida, la familia que no podía pagar el alquiler acababa en la pººº calle. La idea de las amapolas de papel surgió con la intención de que las fabricaran ex-combatientes que habían resultado heridos y así se ganaran un dinerillo. Con lo recaudado recibirían un salario y el resto del dinero se emplearía en ayudar a otros soldados y a sus familias. La fecha elegida para ponerse las amapolas sería cada aniversario del final de la guerra, como modo de recordar lo que había pasado y a todos los que habían luchado: un día para el recuerdo a nivel nacional. El 11 de noviembre de 1919 se inauguró la tumba al soldado desconocido en la abadía de Westminster. Por todo el país se construyeron monumentos conmemorativos. Y hasta el día de hoy. En muchas iglesias, colegios plazas, se pueden ver placas con los nombres de los muertos que eran de la zona. Durante un par de semanas hay actos conmemorativos que culminan en lo que se llama Remembrance Day, que es el segundo domingo de noviembre.

La organización benéfica The Royal British Legion es quien se encarga anualmente de esta campaña benéfica: por todas partes aparecen voluntarios con una hucha y una caja de amapolas de papel. Se paga la voluntad. Se creó en 1921 con el fin de proporcionar apoyo económico y prestaciones de tipo médico y social a los ex-combatientes y a las familias de aquellos que nunca volvieron. Y ha seguido en activo desde entonces ofreciendo apoyo y servicios allá donde la seguridad social no llega.

En la actualidad se considera un tiempo para recordar no sólo a los soldados de la I Guerra Mundial, si no a todos los muertos en conflictos bélicos desde entonces hasta ahora. A pesar de que la tradición de la amapola parece haber continuado de forma ininterrumpida desde hace 92 años, yo juraría que hace unos años, no se veía tanta como ahora. Me imagino que el incesante goteo de ataúdes portando jóvenes soldados muertos que viene sucediéndose desde el 2003 ha sensibilizado mucho más a la opinión pública.

De modo que a las once en punto del día once de noviembre, se guardan dos minutos de silencio, dos minutos para el recuerdo y la reflexión. Al oir la señal, uno se para allá donde esté y deja de hacer aquello en que estuviera ocupado. Yo esperaba estar ya en la cafetería pero la campana me ha sorprendido en el pasillo, bastante concurrido al ser la hora del recreo. Nos hemos quedado todos quietos, sin hablar. No se oía el vuelo de una mosca, no se movía nadie. Parecía una de esas películas de miedo donde sólo el protagonista en las calles de una gran ciudad se mueve mientras el resto de los seres vivos quedan paralizados por causa de alguna fuerza extraña. Dos chicas a duras penas podían contener la risa. Basta que no puedas reirte para que te den más ganas. Sobre todo si tienes 14 años. Recuerdo mis 14 años y momentos similares. Después me acuerdo de este alumno de hace dos años, que ya debe estar en una academia militar, tenía muy claro que quería entrar en el ejército. Cuántos chicos poco mayores que él han perdido la vida. Qué injusto, nada cambia. Aquí tuvieron una guerra civil allá por el siglo XVII, creo. El resto han sido guerras contra otros países y los conflictos bélicos actuales también. Se puede o no estar de acuerdo en la intervención del ejército en otros países, pero en general se considera que está ahí para proteger. ¿Cómo influye esto en la manera de ver la vida no ya de un pueblo, si no de cada individuo? ¿Y en la manera de mirar el pasado? Recuerdo ese documental que vi hace tiempo sobre familiares descendientes de soldados británicos muertos en campos de batalla de Francia en la I Guerra. Buscando los restos de sus antepasados, llorándolos y diciendo lo importante que era para ellos que ese tío abuelo, o ese abuelo o bisabuelo descansara en paz con los suyos. Excavaciones, pruebas de ADN y traslado de restos ¡en pleno siglo XXI! Con toda la naturalidad del mundo, sin polémicas y por supuesto sin dificultades derivadas de sectores opuestos a sus deseos o  por el contrario favorables pero interesados en sacar provecho político. Pienso en ese amigo de una conocida, muy interesado en la historia de España que estuvo en Madrid hace poco y volvió extrañado por no haber encontrado ningún tipo de museo de la guerra civil... Suena la campana. Los dos minutos de reflexión se han terminado, vuelven el bullicio y las risas (¡ay, los 14 años!, ya tendrán tiempo de reflexionar en el futuro), se me une una compañera en el pasillo, me dice que la campana le pilló a punto de tirar de la cadena. Se ha pasado los dos minutos en el servicio. Nos reímos, tomamos un café, volvemos al trabajo. La vida sigue.

Mañana hay un partido amistoso, Inglaterra-España. Estos días pasados hubo un pequeño revuelo porque la camiseta de los jugadores ingleses iba a incluir una amapola, lo cual fue prohibido por la FIFA ya que parece ser que contravienen las normas de la organización (inclusión de cualquier símbolo político, religioso etc). Tras algunas conversaciones, han abierto un poco la mano y los jugadores llevarán un brazalete negro con una amapola.

martes, 1 de noviembre de 2011

Noche de miedo

Este fin de semana pasado he escuchado mucho la radio. Mucha música en la radio mientras limpiaba de arriba a abajo mi humilde morada. Y me he dado cuenta de que al igual que en la época navideña hay villancicos, en los días previos a Halloween también ponen canciones especiales. La que más se repetía era Thriller de Michael Jackson, lógico, y entre otras ésta a la que quiero dedicarle una entrada: Ghost town. Llevaba siglos sin escucharla. Esta canción me fascinaba de niña, no entendía ni papa de la letra, pero la música, la melodía, el ritmo, las voces, tenían algo especial. Y lo siguen teniendo. Hace años vi un programa de la tele donde decían que esta canción reflejaba como ninguna otra la situación de crisis de la Gran Bretaña de principios de los 80, todo un símbolo. No tengo tiempo de investigar ni de traducir, pero  aquí hay información más detallada que lo explica. ¡Gracias, Wikipedia!



Y ahora que soy mayorcita y ya he aprendido inglés, la canción me sigue fascinando, pero he de reconocer que la letra da miedo, efectivamente:

GHOST TOWN (The Specials)
This town, is coming like a ghost town
All the clubs have been closed down
This place, is coming like a ghost town
Bands won't play no more
too much fighting on the dance floor

Do you remember the good old days
Before the ghost town?
We danced and sang,
And the music played in any boomtown

This town, is coming like a ghost town
Why must the youth fight against themselves?
Government leaving the youth on the shelf
This place, is coming like a ghost town
No job to be found in this country
Can't go on no more
The people getting angry

This town, is coming like a ghost town
This town, is coming like a ghost town
This town, is coming like a ghost town
This town, is coming like a ghost town

La luz del día disipa los miedos, pero aún es de noche. Mañana por la mañana pensaré que igual que otras crisis pasaron, ésta actual se irá. Los buenos tiempos volverán y volveremos a cantar y a bailar. Pero es que la Wikipedia dice que el autor se inspiró en la canción al ver en Glasgow a unas señoras mayores vendiendo sus pertenencias en la calle. Y hace un ratito me ha contado una amiga de Madrid que lo de ver cada vez más gente rebuscar en los contenedores cercanos a los grandes almancenes y supermercados no es novedad: anoche vio a un señor mayor (y no con pinta de vivir en la calle) con un carrito rebuscando en el contenedor de basura al lado de su casa. Mañana veré las cosas menos negras pero este noche me voy a dormir un poco apabullada. Ah, qué tiempos en que las leyendas de Bécquer eran lo que asustaba en una noche como ésta...