domingo, 20 de marzo de 2011

Disfrutando de la naturaleza

Hace poco decidí hacer algo para ponerme en forma. Los años no perdonan, ni los kilos, y el estrés tampoco. El caso es que por hache o por be nunca he durado mucho activa, ni he sido una persona deportista. Ahora he terminado mi segunda semana (8 sesiones en total), y no, no es que haya visto la luz con los beneficios de la actividad física (aunque ahora duermo de un tirón y estoy más tranquila). La revelación ha sido lo que disfruto moviéndome al aire libre: vivo en un país donde el tiempo es impredecible, hace más frío que calor y llueve a menudo. Como dice el tópico, en un día podemos tener las cuatro estaciones. Y en todos estos años, quitando días de primavera y verano, nunca se me habría pasado por la cabeza salir a hacer deporte sí o sí, whatever the weather. Para eso existen los gimnasios ¿no?

Bien, pues hace cosa de un mes las misses y yo tuvimos la suerte de toparnos con un compatriota encantador. Dos de ellas lo volvieron a ver, resultó que es profe de Educación Física y una de las niñas decidió quedar con él para charlar y empezar a hacer sesiones individuales. Allá fuimos las demás y ahora es nuestro "Personal Trainer". Qué voy a decir, nos prepara clases adaptadas a nuestro nivel, edad etc, nos habla de nutrición, músculos, estiramientos, resistencia, respiración y un largo etc. Y cuando queremos darnos cuenta hemos estirado, corrido, jugado al balón, a pillarnos a la pata coja; nosotras obedientes, hacemos todo lo que nos dice. Y así, sin prisa pero sin pausa (¡y sin dietas!), nos vamos a poneren forma y como sílfides este verano.

Alternamos entre un parque muy grande, (donde nos hacemos un hueco entre un nutrido grupo de hombres, sólidos como armarios roperos, que entrenan y juegan al rugby), y la playa (donde sorteamos familias con niños y/o perros, parejas, grupos de adolescentes, abueletes etc). Lo que más disfruto es estar al aire libre: hacer estiramientos en el suelo mientras observo la luna, las estrellas -si no está nublado-, o mirando al mar, correr por la hierba o por la playa, sintiendo el sol -cuando lo hay-, o el viento o la lluvia (ejem, de momento sólo ha chispeado un día). Escuchar los sonidos de fondo (los armarios roperos, los niños, los perros, los pájaros, el viento, el mar...). ¿Quién quiere estar "puertas pa´ dentro"? Yo no.

Debido sin duda a la falta de ejercicio, desde hace un par de días me han dolido los tobillos, así ni ayer ni hoy he seguido el programa, si no que Personal Trainer me ha hecho una lista de ejercicios que incluían caminar metiendo las piernas (hasta la rodilla) en el agua del mar, que estaba fría fría de cojones. ¡Cómo me dolían los pies! Después de unos minutos el dolor ha desaparecido, he hecho mis ejercicios y tan contenta. Tengo que seguir con baños de agua fría-caliente para los tobillos aquí en casa, en la bañera. No hay color. Sin duda prefiero el mar.

En fin, que no siendo yo una persona con tendencia al contacto directo con la naturaleza, todas estas sensaciones me han sorprendido.

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