jueves, 23 de diciembre de 2010

QUEDA GENTE HONRADA

Por fin han venido a ver la lavadora. Como me temía, no merece la pena el arreglo, con poquito más me compro una nueva. Una amiga me había recomendado a este técnico. Ha ido desmontando partes, probando cosas hasta descubrir una especie de panel que me ha recordado a alguna película de ciencia ficción, un chip de esos, troquelado. Estaba chamuscado. Defecto de fábrica, me ha dicho, la lavadora tenía menos de dos años. Y sin garantía, que me olvidé de rellenar y enviar los papeles cuando la compré. En fin, después de estarse más de media hora ha desconectado cables y tubos, para que cuando me traigan la nueva no haya más que sacarla del hueco. Me habían dicho que era honesto. Pero cuando me ha dicho que me cobraba cinco libras (por gasolina y el tiempo empleado) me he quedado casi sin palabras. Algunos te cobran un mínimo de 50 sólo por desplazarse, hasta 80 me dijo uno. Luego se descuenta de la reparación. Pero pagar esa pasta para que te digan que tu lavadora se ha muerto tiene que doler muucho. En fin, le he dado 10 y le llamaré para instalarme la nueva. También le he dado las gracias por su honestidad. Me ha dicho que gracias a eso consigue muchos trabajos. Y lo creo. Porque yo lo recomendaré a cualquiera y le llamaré cada vez que lo necesite. Ya tenía mis mecánicos de confianza. Ahora también un técnico de lavadoras

Encontrarte con gente honrada por la vida da mucha alegría, la verdad. Sobretodo en los tiempos que corren.

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