martes, 16 de octubre de 2012

´Toy un poco cabreá (con comentario añadido)

Hace muchos años, en medio de una discusión adolescente con mi padre en la que debí soltarle alguna que le dejó sin saber que responder, me dijo esto: "tú sabes mucho, me parece a mí. Yo tendría que haberte puesto a trabajar a los catorce años en vez de estar pagándote unos estudios". Me los siguió pagando, claro, porque quería que tuviera una formación, un porvenir , independientemente de que a veces le pudiera salir contestona y listorra.  Y no sabe cuánto le agradezco que lo hiciera.

Cortan el grifo de las Erasmus, parece que corren el peligro de desaparecer. Se dice mucho a favor (sentimiento de pertenencia a un espacio común, conocimiento de otras culturas y formas de vida, un ir más allá de los estereotipos, recibir una formación más completa) y en contra (juergas, desmadre, alcohol y sexo, poco aprovechamiento académico, como si los que aplauden su desaparición no supieran que no hace falta irse al extranjero para eso, en fin).

Aparte de todo lo dicho, pienso que sería una pena que se acabase la oportunidad de ver cómo funcionan la política, la justicia, el compromiso ciudadano en otros países del entorno y compararlos con el nuestro. En todas partes cuecen habas, cierto, corrupción y comportamientos antidemocráticos están asociados al poder, pero la reacción ciudadana y los mecanismos de control son distintos, mejores en otros países con una mayor madurez democrática y de eso hay que aprender. Si la gente no sale fuera y lo ve no puede comparar. Y es más fácil mangonearla. Mejor que no sepan, mejor que piensen que todos son iguales y nada se puede hacer. Luego les contamos que ahí fuera nos tienen manía, incluso envidia. A la juventud mejor dejarla "sin estudios". Lástima que a esta juventud no la puedan ni siquiera poner a trabajar.

Yo nunca me fui de Erasmus, no tuve esa oportunidad. Pero a finales del siglo XX agarré una maleta y salí al extranjero a trabajar y estudiar, en lo que pensaba sería un año fuera y va camino de ser toda una vida. Y he tenido tiempo de ver y comparar, y aprender, y también de asumir responsabilidades y exigirlas a quien le pago el sueldo para que gobierne. Y esto es algo que nunca hubiera desarrollado de haberme quedado allá en mi tierra. Porque no lo habría visto nunca ni habría sabido que existiera. Como le pasa  a una parte de mi familia y a algunos amigos. Y hoy yo estaría como ellos.

Todo este pedazo de introducción para decir que hoy estoy cabreada. Con ellos. Son buena gente, trabajadores natos (los que aún tienen trabajo), que no han vivido por encima de sus posibilidades, que se preocupan por sus hijos, por su comunidad, pero que no terminan de enterarse. Porque piensan que este bache pasará tarde o temprano, o porque se creen lo de que no hay dinero y es normal que se recorte, o porque ya no ven la tele para no ponerse enfermos, o sencillamente porque siguen con su rutina video-consolera, telebasurera y feisbukera y no tienen tiempo para leer un periódico, o porque están tan ocupados con los hijos, con los estudios, que no les da tiempo a nada más, o porque están muy estresados pensando en cómo llegar a fin de mes, con la subida de la luz, la gasolina, el gasóleo de la calefacción etc... o porque todos los políticos son iguales y esto no tiene arreglo y no se puede hacer nada. No se puede hacer nada porque nada va a cambiar es el mantra. Ya ni siquiera informarse. Y yo desde aquí estoy más enterada de lo que pasa allí que ellos, y tampoco me entero del todo. Claro que algunos no tienen internet, ni tiempo para meterse. Si se informaran, se cabrearían, y si se cabrearan, protestarían.

Llevo dos fines de semana mandándoles mensajes de texto para que vean un programa de una cadena española que lleva como título el participio del verbo salvar. Un programa que me parece de lo más interesante y esclarecedor. Se podrá o no estar de acuerdo en todos los planteamientos, pero tiene miga. ¿Pensaréis que alguien me ha contestado diciendo que lo va a ver, o que lo ha visto y qué ha descubierto, qué le ha parecido, o que? Pues no, a día de hoy ni los del guasap, que les sale gratis. Nada. Ni un mal correo electrónico. Aunque sea para llamarme pesada, aguafiestas, plasta. Bueno, exagero, sólo una respuesta, no pudo verlo porque eran las fiestas del barrio, y de verdad que lo entiendo, que uno tiene que salir también un rato y olvidarse de preocupaciones, peeero, ¿el resto del tiempo?

¿Tiene sentido que yo piense tanto en ellos? Al fin y al cabo yo no estoy pasando frío por no poder poner la calefacción, yo no tengo tíos ni suegros con el paro agotado y pasándolas canutas con la ayuda mínima, yo no estoy en el paro, yo no estoy sufriendo recortes salariales -de momento-, yo no estoy desesperada porque se me va a pasar el arroz pero no me puedo permitir quedarme embarazada, yo no tengo unos hijos en casa sin trabajar, viendo cómo se les va la juventud, con una vida estancada sin visos de mejorar, yo no soy quien está estudiando una carrera y ¿para qué?, yo no tengo que preguntarme qué clase de futuro les espera a mis hijos cuando crezcan. Además tampoco pago los impuestos allí.

Yo tengo que empezar a pensar que cuando las barbas de tu vecino veas pelar... porque aquí también hay tijeras, lo que pasa es que hay más tela para recortar y por eso no es tan evidente. Y si llegado el momento tengo que salir a protestar, espero no comportarme como la ovejita crédula y sufridora que sería ahora mismo allí de no haber visto lo que se hace en otras partes del mundo. Así que a pesar del cabreo les entiendo. Y admiro profundamente a esos otros familiares, amigos, conocidos y desconocidos que se informan, que se mueven, que protestan, que se manifiestan.

Ay, España duele.

Añadido: Casualidades de la vida, en  un periódico digital me he encontrado con   esto . La columnista, "susurrando al oído de algunos expertos" el nombre del conductor del programa, realmente hace lo mismo que yo con mi familia y amigos. Claro que susurrar es más sutil que lo que hago yo que soy más directa. Me da que es un programa ignorado inocente o interesadamente por tertulianos varios.

martes, 9 de octubre de 2012

Adelantando trabajo

Mi cenita de hoy. Todo un lujo. Perdí el último autobús desde el trabajo, a las 17.51. Lo vi pasar de lejos. Eso significa andar casi una hora hasta la siguiente parada en el pueblo. Me había quedado para adelantar trabajo. Casi una hora bajo una fina llovizna y yo sin paraguas. Llevo "adelantando trabajo" desde que empecé en septiembre. Me dije a mí misma que todo iba a estar bajo control, que el volumen de trabajo no me iba abrumar y lo iba a hacer de tal manera que encontraría más tiempo libre. Trabajar y también estudiar, que esto de la formación contínua es como su nombre indica, contínua.

El caso es que me paso el tiempo libre "adelantando trabajo". En el autobús mi mente no paraba de enumerar todo lo que tenía que hacer en casa para mañana. Además de corregir y preparar una reunión de padres, tenía pendiente contestar a la carta borde de una madre de esas para quienes su retoño es lo mejor y la señorita Guinda una bruja que sanciona con demasiada dureza. Ha de ser una contestación muuuuy diplomática donde quede claro que las cosas no son como dice el angelito, pero sin que nadie sienta su sensibilidad herida. La mía a ellos les da igual, pero bueno, son gajes del oficio. En esas venía pensando cuando he recordado que también tenía que cenar. Con un chino del take-away voy que chuto. Y mira que están ricos, pero hoy en el fondo no me apetecía chino. Y he recordado que tenía jamón serrano al vacío y queso manchego del bueno, que me dio mi madre la última vez que fui de visita, y vino tinto, y mira por donde también un pequeñísimo blog donde hace mucho que no escribo porque tengo mucho trabajo que adelantar. Y blogs por donde paso de puntillas y leo, pero no paro a contestar por todo ese trabajo que adelantar. Para cuando he apretado el botón de parada ya había decidido que hoy tocaba "adelantar" en tiempo libre. Y que me apetecía mucho más hacer una entrada y visitar blogs que escribir una carta diplomática o corregir cuadernos.

No sé, mejor dicho, sí sé, hay temor. Mi pasión por la enseñanza se mezcla con el temor, un miedo que ya no se manifiesta abiertamente pero miedo al fin y al cabo: miedo a no dar la talla, miedo a que el porcentaje de aprobados sea bajo, miedo a esos hombres del saco que parecen ser los inspectores de educación, miedo a perder el trabajo. Miedo al paro. 

Es hora de calmarse, de dejar a un lado las paranoias, de volver a recuperar una cierta simplicidad. O me quedaré sin pilas muy pronto.Ya me he zampado la cena, despacito. He decidido quedarme en el sofá con el ordenador en las rodillas. aunque no duraré mucho porque estoy cansada. Mañana no empiezo hasta las 11.30. Así que esa auto-impuesta norma de presentarme allí a las 8 para, adivinad qué, eso, para "adelantar trabajo", se acabó. Mañana va a ir a las 8 Rita la cantaora ,que se dice por mi tierra, o Rita la churrera como oigo decir a otros españoles en el mundo por aquí. ¿Y en vuestro pueblo, qué Rita es?