martes, 12 de julio de 2011

Adicciones: la telebasurilla (I) y (II)

(La entrada estaba resultando tan larga que he decidido publicarla por entregas)

Cuando me convertí en una española por el mundo, no existía el gran hermano, las crónicas marcianas eran aún un programa fresco y serio, había unos cuantos programas del cotilleo (que iban de lo meloso a lo irónico aún poco ofensivo) a la hora de la siesta, y el despelleje auténtico y despiadado comenzaba a asomarse los viernes por la noche en un programa de una cadena autonómica. Se podían contar con los dedos de una mano las señoritas que aireaban sus devaneos con algún futbolista, marido de o similares. También había un torero a quien las féminas le tiraban las bragas al ruedo, que tenía una novia rubia y tímida. No hablo de hace tanto, aunque si digo que eran finales del siglo XX podría parecerlo.

Tras leer una entrada de  Temujin  sobre la que un día fue la tímida novia de un torero y los muy interesantes comentarios posteriores, recordé un post sobre el tema que hace meses me dejé a medio hacer. Como era demasiado largo para poner en un comentario, lo recupero ahora. Y con esto complemento el resto de comentarios, que son todos válidos. La cosa es que yo creo que los programas basura en general y ciertos personajes que en ellos aparecen en particular provocan adicción. Está claro que si existen es porque hay gente que los ve. Pero echarle el muerto al televidente sin más es injusto. Así se justifican los productores para ofrecer mierda sin parar. Y hay quien no los ve, quien niega verlos, quien los ve aunque acabe asqueado, o quien ya con naturalidad, ya a la defensiva te dice que sí los ve y ¿qué pasa? A la tele se le ha llamado "la caja tonta" desde que yo recuerde, te sientas en el sofá dispuesto a que te entretengan. Y dependiendo de la naturaleza del programa, y de la fibra que toque en el televidente consigue entretener y hasta enganchar. Puede ser un enganche positivo o nocivo. Como el tabaco. Con el agravante de que no cuesta dinero y lo tienes ahí al alcance de la mano en tu propia casa, no hay más que apretar un botón. Y ciertas cadenas, que no son tontas, alimentan y satisfacen esa adicción, ofreciendo dosis de mierda cada vez mayores y en una franja horaria cada vez más amplia, por aquello de que el cuerpo y la mente acaban habituándose (y perdiendo interés) por lo que es necesario mantener la atención, seguir despertando el morbo, en definitiva conservar a la audiencia. Hay comportamientos, lenguaje, maneras en la tv que hace años habrían escandalizado y hoy en día pasan como normales en el grueso de la opiniòn pública. Pero me estoy yendo del tema, que es el de la adicción.

¿Que cómo lo sé? Pues no he hecho ningún estudio, me voy a basar en la experiencia de mi breve pero intenso período de adicción a la telebasurilla, que creo puede extrapolarse. Si resulta que soy un caso único, bueno, pues me caigo del guindo y ya está. En fin, confieso que fui adicta y que a veces tengo que hacer un esfuerzo consciente para no sentarme y mirar "solo un ratito". Como lo de fumarse "sólo un cigarro". Los mecanismos de la adicción, causas y explicaciones los dejo para los expertos. Yo sólo sé que la telebasura puede ser adictiva: sabes que no es buena pero no te puedes resistir. Y si encima la tienes a cualquier hora del día es incluso peor.

Primero el contexto: allá por el año 99 (¿o era ya el 2000?), ya instalada en la isla, una compañera de trabajo volvió diciendo que había llamado a su casa a España como cada domingo (desde una cabina, eran otros tiempos), y que su madre no se había puesto porque según su hermano estaba viendo un nuevo programa concurso donde "la gente se metía en una casa con cámaras las 24 horas al día, y que todo el mundo los veía y no, no eran actores". El resto no nos lo creímos, anda ya, será preparado, seguro que son actores haciendo el papel de que no lo son, ¿quién se va a dejar grabar de esa manera? Vaya tomadura de pelo. (Inocentes, cándidos palomos que éramos ¿verdad?) Unas días más tarde pasó por el restaurante donde trabajaba una señora que vivía en España. Al final de la comida me ofreció una revista "del cotilleo" y ahí fue en un suplemento de la misma donde descubrimos que era cierto, nada de actores. En cuestión de meses el programa se extendió por Europa. Era el gran hermano recién venido de Holanda. Causaba furor por donde pasaba. Una nueva era en el mundo de las comunicaciones audiovisuales había comenzado. Sea porque no tenía tele, o porque trabajaba durante las emisiones, o porque mi nivel de idioma no era lo bastante bueno, prácticamente me perdí esos inicios.

Volviendo a España, cada vez que iba de vacaciones me resultaba más difícil seguir los cotilleos de la sobremesa, que sí, si me pillaba en casa lo veía, era parte de la rutina veraniega. No sabía quién era la mitad de la gente que aparecía en los programas: señoritas estupendas famosas quien sabe por qué, y algún que otro señorito, ex-granhermanos, cantantes "frikis" etc se sumaban a los famosos "de toda la vida", a quienes se perseguía despiadadamente micrófono en mano, incluída la tímida y rubia ya ex-novia de torero, que aún no era contertulia. Y poco a poco, las cadenas ofrecían nuevos programas de cotilleo, realities, análisis serios y desde una perspectiva científica de lo que había dado de sí la jornada del gran hermano etc.

PARTE II. LA ADICCIÓN
Y así llegamos a mayo y junio de 2003, cuando por motivos de salud volví a casa de mis padres por unas seis semanas. Por aquel entonces la novedad era una especie de gran hermano de famosetes, entre ellos una pitonisa, la ex de un humorista, uno con título nobiliario dedicado a los negocios de la noche, una habitual de los plató por liarse con no sé quién... Acabo de ver que el programa aparece en la  wiki , el apartado "ocupación/famoso por" no tiene desperdicio.

Cuando vas a casa te apetece pasar tiempo con la familia, y te acoplas a sus costumbres, una de ellas ver la tele después de cenar. Mi madre y mi hermana seguían ese programa, recién estrenado. La primera impresión fue de un repelús enorme, un rechazo genuino ¿qué era aquello? ¿qué hacían ellas viendo eso? Mi madre había pasado hasta de las telenovelas, siempre me había enorgullecido que fuera de las auténticas de los animalitos de la 2 de la sobremesa. Y mi hermana, tan joven, tan inteligente. La primera semana se fue en discusiones "anda, cambiad eso", "calla, tonta", "¿pero cómo podéis aguantar a esa gente?¿no véis que son unos jetas?¿no véis que cobran una pasta por no hacer nada?", "jajaja, calla, que no nos enteramos", "pero por favor, si esto no hay quien lo aguante, vamos a ver otra cosa", "que noooo, jajajja, halaa qué fuerte lo que ha dicho ése...". Y así terminaba yo en la habitación de mi hermana -que tenía tele- viendo otra cosa, o en la mía durmiendo. Pero también quería pasar tiempo con ellas, así que de vez en cuando volvía al comedor. Mis protestas se hacían más débiles a medida que pasaban los días. Ya era una receptora pasiva. Aún me iba al cuarto de mi hermana, pero en más de una ocasión cambiaba a ver qué estaba pasando en el hotel. El siguiente paso fue poner la tele por la mañana, sola en casa, cuando nadie me veía, a la hora de la tertulia, y después de comer. Al mes mas o menos ya era una telespectadora activa que libremente encendía la tele y elegía ver ese programa. Nadie me obligaba, cierto. Bueno, pues no recuerdo por qué pero el día de la final ni mi hermana ni mi madre estaban en casa. Y yo, voluntariamente, me la chupé enterita, y además voté, sí, mandé un mensaje con mi voto... uno de los finalistas fue bastante ofensivo verbalmente con la otra y puse mi granito de arena para que ganara ella. Llegué más lejos que mi madre y mi hermana. ¿Qué había pasado? ¿Cómo fue posible todo esto? No sé. En mi defensa diré que tenía que estar todo el día en casa, que no podía leer mucho tiempo seguido ni hacer otras cosas. También me enganché a los dibujos de Sinchán, a las noches de películas españolas y a un programa de sobremesa de esos donde los concursantes saben un montón.

Pocos días después me volví a la isla, y continué con mi vida y mi rutina habitual. No recuerdo síndromes de abstinencia, o querer, pedir, demandar de ninguna televisión otro programa semejante. Se puede vivir sin ellos. Es lo bueno de esa adicción, que se cura si no está a la vista el objeto que la produce. Si por arte de magia desaparecieran todos los espacios basura, habría quizás quien estuviera desorientado al principio, queriendo saber acerca de sus personajes, no sabiendo cómo llenar esas horas. Pero claro, como alguien apuntaba es muy económico este tipo de programa, no hay que contratar a buenos profesionales para que creen algo de calidad.

Las conclusiones finales (parte III) las dejo para otro día. Mientras tanto, ¿alguien se acuerda de esto?


¡¡¡Cotilleeeooo!!! La verdad es que antes se lo curraban mucho más que ahora, sin duda.

5 comentarios:

  1. Sí, la tele es muy viciosa, pero yo ahora me encuentro mucho mejor aquí, donde escojo, encuentro, comparto, y mil cosas más.
    Y también me gusta Sin Chan. Me costó trabajo al principio porque no me gustaba ese tipo de dibujo, pero creo que es de lo mejorcito, ja, ja.
    Ese programa del vídeo lo recordé al verlo...diossss...cuanto tiempo!!!
    Besos.

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  2. Mi hijo Álvaro no comía sin su Sin Chan y tuvo una época en que le encantaba bajarse com él el pantalón y enseñar el culete, jaja ahora se muere de verguenza cuando se lo recuerdo.
    Estoy de acuerdo contigo en lo adictiva que puede llegar a ser la televisión y en especial esos programas telebasura y alguna vez llegué a engancharme a alguno. Ahora simplemente apenas veo la tele, solo en contadas ocasiones y no la hecho de menos.
    Un beso Guinda.

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  3. Huyyy!!!
    Que temita!!
    Tambien creo que es muy adictiva, en alguna epoca si que cai en esa trampa, lo cual me avergonzaba pero a su vez, era tanta la intriga que caia.
    Hoy por hoy, es terrible todos los dias y a todas las horas esta ahi, un bombardeo constante.
    Vivimos una epoca muy rara, los valores han cambiado mucho o no estan, no se respeta nada, y muchos hacen dinero con ello.
    Pero es cierto, crea adiccion, porque sera? tan morbosos somos?
    El programa del video no lo vi nunca, parece gracioso.
    Un beso.

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  4. Mi mujer manifiesta una cierta debilidad temporal y ocasional por estos programas, poniendo alguno ocasionalmente, aunque bien es cierto que procura reprimirse.

    Pues bien, tanto cuando es ella quien lo pone y me pilla débil de voluntad, como cuando visito a mi madre y la pillo contemplando la "caja", hay un momento en que al contemplar la pantalla entro en una especie de trance estúpido, en el que me interesa lo que pasa, demonios, ah...

    Eso sí, repito varios mantras budistas así como las jaculatorias del Beato Escrivá de Balaguer y vuelvo a ser yo mismo, jajaja.

    Besos, Guinda.

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  5. Blue, yo también, la tele la veo bien poquito, y paso mucho más delante del ordenador, no hay color.
    Del bla-bla-blá me acordaba sólo de la música y de las chicas, jajaja, realmente eran otros tiempos...

    Carmela, así que tu hijo era de los de "culito-culito" eh? Yo descubrí Sinchán gracias a mis sobrinos que venían a casa de la abuela (mi madre) a la hora de la merienda, tenían 4 y 8 años. Aprovechaban allí para ver los dibujos, porque en su casa sus padres no les dejaban...

    Cheli, yo del contenido del programa prácticamente no me acordaba, sólo de la musiquita bla-bla-bla. Me ha hecho gracia cómo de una manera muy fina pero muy directa le preguntaban a la Faraona si empinaba el codo o si era ludópata, así, sin necesidad de dedicarle un programa y unas cuantas tertulias, como se hace hoy.

    Frankie, bienvenido: muchas gracias por compartir lo de los mantras y las jaculatorias, jejeje, lo probaré este verano, que eso de resistir a palo seco puede ser muy duro.

    Me alegro de no ser la única adicta ocasional o temporal... Ya comentaré más sobre esto en cuanto me den las vacaciones y escriba el final.

    Besos y un abrazo muy fuerte a todos

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Otra guinda para el cesto