jueves, 24 de mayo de 2012

Entre pitos y flautas

Antes de salir de viaje quería compartir un pensamiento que me produjo cierta risa cuando apareció por mi cabecita.

Corría el mes de julio del 2010 y por esa época me vi unos cuantos partidos de fútbol por la televisión. Cuando sonaba el himno nacional de un equipo, se oían pitidos y silbidos de una parte de la hinchada del equipo contrario. Y cuando sonaba el propio, como no tiene letra, los aficionados seguían los acordes cantando lolo-lolo-lololololololo-lololololó etc. A mí me producía un cierto malestar y vergüencilla ajena. Porque era la hinchada de mi país. Y entonces recordé lo de la pitada en una final de copa en Valencia. "Si va a resultar que esto de pitar y silbar himnos es algo muy español, jajaja".

Sin entrar en analizar los motivos, da igual los que sean, a mí lo de las pitadas personalmente me parece una garrulada, una falta de educación y un síntoma de que aún nos queda un ratito para ponernos a la altura de otros países del entorno. Hay un momento y un lugar para cada cosa. No sé si es que no valoramos nuestros propios símbolos y por eso no entendemos que haya gente que sin ser radical pueda sentirse herida por estas muestras de falta de respeto hacia ellos. No sé si es que el más simple protocolo de sentido común nos la refanfinfla. No sé si es que somos tan cortos, tan ciegos o tan hipócritas que nos rasgamos las vestiduras cuando nos hacen lo mismo que nosotros hacemos. Y por lo que he visto hasta ahora aquí no hay hechos diferenciales que valgan.

Soy consciente de que estoy generalizando pero es por las prisas con las que escribo. Tiene que haber un montón de gente que piensa igual que yo en todas las CC.AA y por supuesto en todas las hinchadas. Pero los vocingleros consiguen más atención.

Mientras tanto se prepara un fuerte dispositivo policial, se autoriza no se qué manifestación que podría hacerse cualquiera de los restantes 364 días que tiene el año. Quienes tienen el poder de la palabra de momento no han estado a la altura que yo sepa, todos caldean el ambiente, cada uno con sus intereses, con su agenda más o menos oculta: unos hablan de un derecho de los aficionados a mostrar sus sentimientos, a expresarse libremente; otros, de medidas drásticas por una especie de ofensa grave, de ultraje, (con la de ultrajes que están saliendo a la luz últimamente). Cuando realmente una pitada no es más que una falta de modales, de saber estar, un comportamiento cateto, impropio de una sociedad moderna.

Hace años pasé por una ciudad alemana donde esa tarde se iba a celebrar una final de fútbol. Con sus camisetas, sus cánticos "tribales", y sus cervecitas al sol, un gran número de aficionados abarrotaba las terrazas de una plaza, disfrutando del momento. Era una estampa simpática. Y eso es lo que debería ser cualquier final deportiva. Y es lo que deseo que sea para todos los que se van a desplazar a la capital a ver jugar a sus equipos.

Por último, tenemos una Eurocopa a la vista, sería bueno aprender eso de no hacer al vecino lo que no quieras que te hagan a ti y guardar un respeto cuando el himno del equipo contrario suene.

Y por último, que gane el mejor.

4 comentarios:

  1. No, Guinda, sólo ocurre que somos muy valientes en el anonimato, me temo.
    Buen viaje.
    Un beso.

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  2. Los jerifaltes que deberían transmitir serenidad lo que hacen es justamente lo contrario: calentar el ambiente. Si están arriba es por eso, porque viven de crear enfrentamientos entre las comunidades, la madre que los hizo.

    Buen viaje, tatareando la marsellesa, que es muy chuli.

    Besos.

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  3. A mi esto me parece una guardería, unos tíos en pantalón corto y otros dando voces. Tanta nación y tan poco preocuparse de las personas es asqueroso...los "junos y los jotros"..

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  4. Blue, Frankie, Temujin: Acabo de volver del viaje, no tengo ni idea de quién ganó ni de si la pitada fue monumental. Parece taaaan lejos todo esto. Y los tres tenéis razón con los comentarios que aportáis:
    - camuflados entre la masa somos más gallitos, más atrevidos.
    - los que tendrían el poder y la obligación de calmar los ánimos no están interesados, claro, les conviene que el rebaño de su "propiedad" se entretenga y se distraiga creándole "enemigos" de fuera.
    - mientras los rebaños se entretienen con el punto anterior, no tienene tiempo para atender a lo importante, las personas.

    Un abrazo a los tres.

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Otra guinda para el cesto